Desde muy pequeña me gustó todo lo relacionado con la naturaleza y la ecología, pero una cosa es amor a la naturaleza y otra muy diferente es verse devorada por ella. La naturaleza es muy distinta en la selva, se presenta en su máxima expresión. Con fuertes lluvias, un frio que cala en los huesos, sonidos de distintos animales que te acompañan durante todo el día, una obscuridad en las noches que no te permite ver el camino que hay que recorrer.
Pero todas estas adversidades son positivas aunque suenen terribles y aterradoras. Estos escenarios te ayudan a centrar tu carácter, tu fuerza de voluntad, tu deseo por superación y sobrevivir a cualquier situación que se presente a tu paso.
Otra valiosa experiencias fue el compartir con personas nativas del lugar, quienes te enseñaban sus conocimientos de supervivencia en la selva, como purificar el agua, hacer fuego, cazar, saber a qué dirección dirigirte y qué hacer en una situación de pánico, todos estos valiosos consejos que te brindan te ayudaban muchísimo para poner en práctica en cualquier momento en la jungla.
En la selva pierdes toda noción del tiempo, no sabes en que hora exacta te encuentras, la única preocupación que tienes es el no encontrarte con la obscuridad sin antes poder colocar tu hamaca toldo, para así poder pernoctar en la noche.
Varias son las situaciones que se presentan, al estar en la selva, que no te imaginas que te puedan suceder y muchas de las veces no te encuentras listo para enfrentarlas. Como el hambre, el frío, la soledad, el cansancio, la mala noche y la zozobra. Todas estas realidades en cualquier momento de la vida se pueden volver a presentar, pero ahora ya te encuentras preparada para saber como actuar y enfrentar estas adversidades.
El campamento cambio la perspectiva de la naturaleza para muchos, pero para otros fortaleció su carácter y ayudó a desenvolverse mejor en momentos de presión, tensión y pánico. Al saber tomar decisiones de manera rápida, al no complicarse por cosas que son insignificantes, dejándote así una gran enseña como ser humano.
Fotografía: Claudia Salgado
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